viernes, septiembre 10, 2010

Me chiveo, no me chiveo...

Antes que nada: ¡NO! Este post no tiene nada que ver con mi pereferencia por las Chivas Rayadas del Guadalajara... (¡Chi-vas, Chi-vas! ¡Sú-per Chi-vas!)

Un par de reclamos y un clavado en el rincón de la nostalgia (comments de mis posts antiguos) más tarde, heme aquí escribiendo de nuevo en este humilde y abandonado espacio. Fue en uno de esos olvidados comentarios que leí la sugerencia de ABJ de platicar algo acerca de los chivos...

Me rasqué la cabeza un rato y recordé que un día platiqué mi teoría acerca de la expresión "me chiveo". ¿Y qué es "chivear"?

Los que son mexicanos, o al menos comparablemente nacos como yo sabrán bien la definición de este coloquialismo (¿me acabo de inventar una palabra?). Se dice que está chiveado aquel que está apenado ante alguna otra persona o situación. Bueno, eso digo yo...

¿Y de dónde vino esta expresión?

Para muchas frases, mexicanismos, nacadas y alegorías de borrachos, es posible encontrar algo de información dentro de WordReference. Para esta en particular no he encontrado razón (si he de ser sincero ni le he buscado mucho).

Contaba yo ese día que había formulado una TEORÍA (en negritas pa' que luego no reclamen) después de haber visto un episodio de Mythbusters (woot!). En este episodio trataban de desmentir que hay cierta raza de chivos que al asustarlos o alborotarlos "se desmayan". They do.

La verdad de las cosas es que no se desmayan. Esta raza en particular de chivos sufre de un desorden genético que se llama miotonía congénita (¡ay wey!) que les causa un parálisis breve en los músculos provando que se caigan cómicamente en el suelo con las patas estiradas. Antes de que digan "¡ay! ¡tipo que qué crueeeeeeeel!" sepan que dicha parálisis es indolora, así que no se sientan mal si les causa gracia la imagen.

¡Booo! - ¡Baaaah!

Mi teoría consiste en que un ranchero de por acá del norte tenía muchos chivos y seguramente notó la particularidad de los animales al ponerse a perseguirlos cuando andaba borracho. En otra ocasión, mientras su compadre (borracho también) le platicaba que no sabía cómo llegarle a la Rosita por que se paralizaba y se le iban las palabras cuando estaba con ella, el ranchero inicial - muy perspicaz antes de su octavo caballito de tequila - le dijo a su amigo "¡no se chivee cabrón!".

Las posibilidades de que mi teoría sea cierta son prácticamente nulas, pero me da paz mental. Si un día me preguntan por lo menos ya tengo algo que inventarles. ¿Quién sabe? Peligro y mi terrible historia va pasando de boca en boca, adquiere un poco más de romanticismo y tal vez una historia de amor muy enredada entre el ranchero, el compadre y la Rosita sea escrita algún día. Quizá un día la Real Academia Española (te queremos RAE, te queremos...) haga alguna referencia a mi blog. Not.

Sin más historias sin sentido por el momento, me despido.

Que tengan buen fin de semana.

Flores, out.

Un saludo especial a LaOjona y sus 7 jinetes sin cabeza del apocalípsis. Qué bueno que no son 4 y no conservan sus cabezas.